Podría beberme
de un sorbo
toda el agua
de un río,
sin que se apague
la llama surgente
que me consume.
Y seguirían los sonidos,
como naranjas rotas;
y seguiría el agua,
naufragando
en su propia baba
vencida de llamas;
y seguirían las palabras
con sus golpes secos.
Pero a veces
ocurren ciertas cosas,
que de súbito me coronan
de latidos parecidos al sol,
y en el fuego vuelo,
como un grito
anegado de luz.
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