A manera de prólogo

En esta obra, podemos intuir desde su poema primero que el poeta esboza la inquieta voz del hombre que planta una esperanza. Nos aclara con su particular estilo lo siguiente: “ y sólo escribiría / poemas / de inauguraciones.”
Este verso final del poema con el cual se abre la lectura, puede ser un presagio de lo que vendrá, ya que, su postura es frente al mundo y a la realidad, que no le es favorable en más de una oportunidad. Es un testigo incómodo para otros que tratan de escapar de ella, él la delata y la expone, recibiendo en primer término sus avances, sus espinas, no obstante llega a hablarnos de inauguraciones, lo que se puede interpretar como despertares y resurrecciones. Lo que seguramente puede paliar a través de la poesía.
El título del libro, preciso y contundente, el hombre es materia, pero no el poema que convive y subyace en lo más íntimo del poeta.
Baja voz, incredulidad, agobio:“también me canso de caminar/ sobre mis piernas / de lagartos indecisos.” Y luego culmina diciendo: “Ay / si pudiera volar”.
Es el deseo y la exclamación de liberar las fuerzas unidas a lo terreno, a todo aquello que provoca angustia. Íntimo anhelo que nunca será desmedido porque nace y se confunde con lo más intemporal. Con lo desconocido y hasta subyugante que es lo imprevisto y mágico. El paso de la vida es una constante en su poesía. Y escribe lo siguiente:
Tallos filosos como uñas:
geografía numeral
en la distancia
del ser y su crepúsculo.

Para finalizar luego de este modo:

Bajo los tejados,
y los desvanecidos balcones,
vencido el viento nocturno,

arado de tiempo
pasa el hombre.


Sergio Bartés tiene otras publicaciones: “Poemas para el otoño”(2000); “Hallazgo tardío “(2002); y, recientemente “A pesar de todo”. Todos ellos libros de poesía.
Este camino indica, especialmente al obtener este premio, ya que fue segunda mención en el anterior concurso y recomendación en el año 1999, una gran voluntad creadora y firme determinación en la escritura.

En su libro La palabra amenazada, la escritora Ivonne Bordelois nos aclara lo siguiente: “Mallarmè advertía a Degas- que pretendía escribir versos con ideas, ya que no le faltaba en sus ratos de ocio: Pero los versos, oh Degas, no se hacen con ideas, sino con palabras:” Y escribe la autora sobre la primera y primordial materia de la poesía, que es la música de la palabra, el cuerpo glorioso de la palabra. Y nos acerca un concepto de Borges:”Creo que la poesía debe impresionar inmediatamente
y de un modo casi físico”


Mucho entonces, tiene que hacer la palabra, el lenguaje para introducirnos en el mundo de las rimas y los versos, canción que no ha de tener fin por su materia impalpable.

En este libro-poemario, hay unidad, hay un tono y un clima de armonía en cuanto a la expresión escrita, su ritmo interior no decae, las palabras son las justas para nombrar lo que se desea expresar, claridad conceptual sin otros andamiajes que resulten poco esclarecedores. Ya que cuando así sucede, se entorpece la lectura y las trabas que el mismo poeta a veces coloca en sus textos no ayudan”. Por el contrario sufre la poesía y su destino.
Podríamos decir que Sergio es un testigo-observador, que entona himnos nuevos al poner en descubierto y a los ojos de los de más: las manos son banderas rotas, la mirada eslabones oxidados, las voces fragmentadas, los barcos sumergidos, días blancos, cuerpos ausentes, mujeres de negro… pero si él pudiera llenaría sus ojos con manzanas y pan caliente y contemplaría el mar hasta dormirse.
La armonía es el matiz para enunciar lo grave, lo importante, esa línea que no desmaya en toda la lectura de la obra. Poemario intenso y atisbamos de pronto el lindante a un espíritu de lirismo:

La rosa se despega
de su tallo,
vuela:
gaviota transparente
de consumida fragancia.
Crecen las tinieblas:
golpes de asombro
en la frente de la noche


La rosa gime.
el jardín
es su alcoba.


Hasta aquí, esta ofrenda cual es, un nuevo libro. Seguramente que la Asociación Santafesina de Escritores, sus miembros de comisión directiva, y la destacada labor de los jurados junto a la familia de nuestro tan apreciado y amigo Rafincho, se han de sentir gratamente sorprendidos por la calidad de este valorable poemario.

Estrella Quinteros.

Palabras del autor

No soy un escritor preciosista, escribo por una necesidad íntima de explorar las regiones
del misterio, de testimoniar las profundidades. No me obsesiona el estilo, sí la condición humana.
La poesía de este libro, me ha conducido por senderos de variadas consistencias y dudosos colores, y aunque hubieron oscuridades y asperezas, también he descubierto
la luz de la esperanza: en los jardines al sol o en el éxtasis sublime de un acto de amor.
Sergio Bartés

Dedicatoria

Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos.
Jorge Luis Borges.

Si pudiera

Hay diccionarios
de nomenclaturas falsas,
que describen palabras
de significados imposibles.


Hay goteos de substancias
impuras, que se escurren
por lugares inhóspitos,
como pizarrones
de madera interrogante.


Si pudiera,
borraría mi adherencia
a la tierra,
y sólo escribiría
poemas
de inauguraciones.

Intimidades

Estás desnuda
como la luz,
como uvas al sol:
festividad del cisne
y el trigo.

En tu mirada
ronda de promesas
y jardines sexuales.

Debajo de tus pechos
la sombra cóncava,
que te roza
como plumas desveladas.

Mis ojos te tocan,
se derraman
por tu cuerpo:
gotas gemelas
de consumida espera.

Y me deslizo
entre tus pétalos
de signos inminentes,
como un argumento
de la sed.

Intento

Mi existencia es una costumbre
de pasos idos
como lenguas vertiginosas,
que me lleva por poblaciones
de falsas geografías.

Así paso mi vida:
por patios que no conozco,
escuchando frases que no entiendo,
caminando por praderas
de indeciso verdor.

Nada me pertenece.
Apenas pude descubrir
sugerencias encendidas,
entre tambores azules
o vasos de vino ausente.

Cuanta aceite derramada
en la tierra, que duerme
como una niña arrugada.

Y yo, con murmurados pasos
intento alcanzar
regiones iluminadas
y trigales sin límites.

Declinación

Tallos filosos como uñas:
geografía numeral
en la distancia
del ser y su crepúsculo;


travesía por poblaciones
de ausencias;
conjunción de signos acumulados;
senderos de creciente oscuridad.

Bajo los tejados,
y los desvanecidos balcones,
vencido de sombras
como el viento nocturno,

arado de tiempo
pasa el hombre.

Sólo eso

De lienzos impredecibles
se elevan vapores
de denso contenido,
se deslizan
por las estrías del viento
y van cayendo,
como cosas abandonadas.

Son substancias profundas,
se depositan
en mis manos
de banderas rotas,
desplazando violines
y bibliotecas.

No quiero
gastarme los pies
entre piedras parlantes
y arenas casuales,
y menos aun
asustar pájaros
con gesto cambiado.

Sólo pretendo
argumentos puros
y una súbita
resurrección.

Preguntas sombrías

Si yo hubiera muerto
hubiera sido lo mismo.
Virginia Woolf



¿Cómo podré dormir
mientras no sé
adonde están
los muertos?


¿Y si Dios
también está
muerto?


Veo
y no veo
más allá
del misterio
y el dolor.

Y no saber.
Y no saber.

Este poema fue escrito el día que arrojé las
cenizas de mi madre al río Paraná.
(7-1-05)

Contemplaciones divergentes

Mi mirada no conoce
el dorso de mis manos
ni el pico leve del colibrí.

Pero he visto
el filo oculto del gesto,
aquel que gotea
petróleo amarillo,
y que por las noches
mancha los pizarrones
de ciertos corredores
con muecas terribles,
haciéndome recordar
las trincheras
y los hospitales.

No quiero continuar
con esta mirada
de eslabones oxidados.

Si pudiera,
llenaría mis ojos
con manzanas
y pan caliente.

Y contemplaría el mar
hasta dormirme.

Imprecisiones

Entre el día
y la noche,
hay vacilaciones
de campanas súbitas,
como ecos
de voces fragmentadas.


Estoy rodeado
de sonidos
y materias cambiantes
de dudosa procedencia.


Busco significados,
pero sólo encuentro visiones
que ahondan
mi confusión.

Ritual

Al llegar la noche,
el rocío silencioso
del follaje y la espuma,
se acuesta sobre la rosa,
como un grito lento.

Separa sus pétalos
con su mano de cinco
espadas
y recorre ávidamente
con su lengua nocturna,
las regiones blandas
del hábito y la humedad.

La rosa se despega
de su tallo,
vuela:
gaviota transparente
de consumida fragancia.

Crecen las tinieblas:
golpes de asombro
en la frente de la noche.

La rosa gime.
El jardín
es su alcoba.

Materia impalpable

Hay cosas trémulas,
como barcos
sumergidos;

me sugieren
palabras
de caída manzana.

Pero estoy de pie,
el poema
me sostiene;

aunque sea
un día blanco,
blanco.

Campo funeral

De la tierra salitrosa
crecen manos de cinco rifles,
como longitudes plenas de furia.


Instintos mordidos
por vegetaciones digitales
descubren huesos
de cuerpos ausentes.


Buscando su hombre,
en procesión silenciosa,
mujeres de negro
tejen y bordan
con hilos de muerte.

Confidencias

Ocurre que estoy cansado
de esperas nocturnas
y densos materiales inhóspitos.

No quiero las dádivas
del tiempo
y sus fermentos predecibles.

Me agobian los corredores
de los muertos
y sus insinuaciones pútridas.

Me aburre la simetría
de la mano
y su voz gesticulante.

Que nadie me diga que hacer,
ni me guíe por senderos
de dudosas inclemencias.

También me canso de caminar
sobre mis piernas
de lagartos indecisos.
¡Ay
si pudiera volar!

Poema horizontal

En altares de medianoche,
entre vapores de fragancias,
hay relámpagos presurosos
iluminando regiones
de brillos y turgencias.

Las sábanas mordidas,
debajo de tu cuerpo,
crean climas
de roces acumulados;

susurros
de anunciados vuelos,
en estaciones plenas
de húmedo follaje.

Hay cosas que ocurren,
en el lecho
de isla azorada;

circulaciones compartidas
en la raíz del fuego.

Admiraciones

¡Qué perpetua escritura
la soledad del árbol!

¡Qué persistentes
los pasos del sol!

¡Qué sonora
la voz del tiempo
y su quebrada sutileza!

¡Qué
hábito
incierto:
existir!

Hipótesis

Siempre voy
detrás de mí;
me apresuro
pero nunca
me alcanzo.


Me escucho
hablar
y copio
lo que digo.


Las frases que acumulo
son piedras consumidas;

como una narración
de mis pasos inminentes.

Páramo

Desvelado
voy por la ciudad,
desatando nudos limitantes.


Estoy anegado de mí,
no soy sino eco,
sombra, cicatrices.


En la calle, el silencio
abre su mano
de yeso y cemento.


Busco lo naciente
y sólo encuentro
carteles apagados;


y la crecida barba
de la noche.
Y nadie. Nada.

Mirada temporal

Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.
Julio Cortázar





Cuando miro una piedra,
leo escrituras
de ciertas cosas
que no refleja
la visión del ojo.


No piedra:
jardín.


No jardín:
el tiempo
que pasa.

Como un espejo

Escribo con todo el cuerpo;
y sólo me derramo
en suelos de evasiones
y climas despojados.


Subo,
bajo;
y no me aferro a soportes
de dudosa consistencia.


Las palabras
nacen,
se dilatan,
estallan:

tinta de sangre
que gotea en el papel,
y me
retrata.

Alegoría

En la frente
del día
una pluma
coronada de sol
anuncia
primaveras virginales.

Y en el centro
del esplendor,
una muchacha
canta
escrituras
de incendios
derramados.

Ocaso

Está solo
en el centro del parque
y se deshace de ser árbol;
ya no habla con el viento,
hasta los pájaros,
y la idea fija de sus cantos
son ausencia desmedida.


De pie, aunque
vencido el cuerpo
de sometida madera,
me mira con elocuencias de agonía;
y no sé que decir.



Entonces no lo digo;
sólo escribo palabras secas,
de lenguaje evaporado,
que no alcanzan
a coronar una extensión de vida.

El retrato

El espejo universal que refleja
otro mundo al repetir a éste, el
que transfigura lo que copia.
Octavio Paz



Estoy viendo
voces y risas
consumidas
por el calendario.


Imágenes
en blanco y negro
que vagamente
reconozco.


Y también
estoy viendo
el que fui.
Mirándome.

El otro camino

Sensaciones rústicas
como alas calcinadas
encienden tallos zigzagueantes
de abdicaciones inminentes.

paisajes inciertos
que siempre se pierden,
lo que queda
es sólo consumación
de la misma materia.


De pronto
me doy vuelta.

Hay otro horizonte
en el centro del cambio,
y ocurren radiaciones inesperadas.


Percibo balcones de beatitud,
y avanzo
en la substancia prominente
de un instante diáfano;

me disuelvo
y entro en ti,
como un oleaje
de vértigos.

Evoluciones

Alacranes
caminando en la luna
la luna
rodando en el cielo
al cielo
se le caen estrellas
las estrellas
son gotas azules.

Los alacranes
no se caen
se multiplican
se vuelven
hombres.

Transición

Me alza en vilo
lo inesperado, despierto
y veo imágenes
en el centro
de lo escondido:

son siluetas de palabras
que se van abriendo
como libros vertiginosos;
ocurrencias festivas
del malvón y la almendra.

Los signos idos del tiempo
no eran reales,
todo estaba pintado
con falsos colores
y por manos
que no eran las mías.

Ahora
vuelo en el instante
de mí mismo.
Descubro substancias solares
y la palabra
yo.

Una mujer en el poema

Con gusto a luz
plena de alba,
abres los ojos
como una paloma
ansiosa.


El día se ensancha,
te espera,
te ofrece uvas
y caracoles al sol.


Intentas levantarte,
y aunque te esfuerces
te disuelves en tu lugar,
de blanco impalpable.



Estás
en mi día
como una fragancia
consumida.

Motivaciones

Podría beberme
de un sorbo
toda el agua
de un río,
sin que se apague
la llama surgente
que me consume.



Y seguirían los sonidos,
como naranjas rotas;
y seguiría el agua,
naufragando
en su propia baba
vencida de llamas;
y seguirían las palabras
con sus golpes secos.


Pero a veces
ocurren ciertas cosas,
que de súbito me coronan
de latidos parecidos al sol,
y en el fuego vuelo,

como un grito
anegado de luz.

Carencias

Una voz
de mordido hielo
me influencia
con palabras
ausentes.


Y yo
invadido de blanco
escribo
este poema
de vacíos.

Desvarío

Un día
los pájaros
se cansaron
de ser pájaros.


Fingieron
ser hombres
y se dedicaron
a escribir
poemas
de pájaros.

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